Solamente con esa aportación, cualquiera hubiera sido considerado un genio y pasaría a la Historia. Es curioso lo lejos que llegó «simplemente» por preguntarse qué pasaría si alguien corriese detrás de un rayo de luz…
Las implicaciones de sus descubrimientos nos llevan al Big Bang, un correr del tiempo que nunca más sería absoluto, e incluso a agujeros negros, que aparecen donde menos te lo esperas…
De hecho, Einstein recibió el premio Nobel de Física en 1921… pero no por la teoría de la relatividad, sino por haber propuesto, además, una explicación al efecto fotoeléctrico. ¡Otro mérito más!
Efectivamente, a principios del siglo XX no se daba por segura la existencia de átomos ni mucho menos, y la culpa la tenía… el calor.
La termodinámica contra la mecánica
- La mecánica de Newton: Tanto si se trata de planetas orbitando, o de bolas de billar en colisión, esta teoría explicaba todos los hechos a la perfección.
- La termodinámica: La gran rama de la ciencia en auge por aquella época, explicaba la transmisión de calor e insistía en algo que encaja perfectamente con los hechos: que el desorden solo puede crecer con el paso del tiempo.
El problema era que la mecánica solo podía explicar cómo se comportaba el calor si recurría a un artilugio: suponer que la materia está hecha de cantidades ingentes de pequeños átomos.
Sin embargo, aun así se llegaba a paradojas, por lo que algunos científicos de la época propusieron, directamente, desechar la hipótesis atómica ya que no había ninguna prueba de su existencia y solo llegaba a caminos sin salida.
La solución de Einstein
Y aquí entró Einstein con una serie de artículos (comenzados también en 1905 y que se pueden ver aquí) donde estudiaba qué pasaría si una partícula pequeña se encontrara flotando en un líquido… y realmente existiesen los átomos.
Llegó a la conclusión de que, por medio de golpes aleatorios de estos átomos, la partícula describiría un camino aleatorio, pero perfectamente característico.
Entonces se comprobó que, de hecho, este movimiento ya se había observado, se llamaba movimiento Browniano y ¡llevaba décadas sin tener una explicación!
Para tener una idea de qué estamos hablando, en este vídeo se puede ver como pequeñas partículas se mueven incesantemente dentro de una alga unicelular muerta:
Así Einstein, además de sus otras hazañas, tendió un puente entre la mecánica y la termodinámica, fundando la mecánica estadística… y de camino, demostrando sin ninguna duda que los átomos sí existen.