Siempre que se acercan unas elecciones surgen las mismas preguntas: ¿beneficia a algún partido la abstención? ¿qué pasa con los votos blancos y nulos? ¿sirve de algo votar a partidos «minoritarios»? Con la entrada de hoy os traigo una calculadora (en Excel, para ser accesible a «todos los públicos») con la que responder todos los «y si…». El resumen para impacientes: los 17 millones de indecisos y abstencionistas representan 3,5 veces más votantes que los que ya tienen decidido su apoyo a PP y PSOE, líderes en empate técnico. Siendo las elecciones más justas donde «todos los votos valen igual», en teoría, quien consiga movilizar a parte de los que «pasan de las europeas» podría ganar aún siendo el partido más pequeño e insignificante. En la práctica, por supuesto, esto no pasará. No porque el sistema electoral «beneficie» a éste o aquél, que no es el caso, sino simple y llanamente porque a los ciudadanos no les importa o los partidos no consiguen ser convincentes.
Cómo funcionan estas elecciones
Empezamos por las normas del juego, explicadas, entre otras fuentes, muy escuetamente por esta página del Ministerio de Interior:
- España se juega la elección de 54 eurodiputados de un total de 750 que formarán el Parlamento Europeo.
- Cada país es libre de elegir el método de reparto de estos escaños, dentro de ciertos márgenes.
- Aunque se voten a partidos con «marca nacional», es conveniente tener claro con qué coalición o partido entrarían en Europa.
- No ir a votar: no afecta para nada. Evidentemente, aparte de que se pierde el efecto que ese voto podría haber tenido.
- Existe circunscripción única en todo el estado español. Es decir, en este sentido es más «útil» o «eficaz» votar a partidos pequeños que en las Elecciones Generales.
- Aunque en la descripción del Ministerio de Interior no le llame por ese nombre, en España se usa el método D’Hondt para el reparto.
Efectos del voto blanco y abstención
Citando al Ministerio de Interior:
La atribución de escaños en función de los resultados del escrutinio se realiza conforme a las siguientes reglas:
1. Se ordenan de mayor a menor, en una columna, las cifras de votos obtenidos por las candidaturas.
2. Se divide el número de votos obtenidos por cada candidatura por 1, 2, 3, etc., hasta un número igual al de escaños a cubrir.
3. Los escaños se atribuyen a las candidaturas que obtengan los cocientes mayores, atendiendo a un orden decreciente.
Es decir:
- Voto blanco: no cuenta para nada.
- Voto nulo: no cuenta para nada.
- No ir a votar (abstención pasiva o activa): no cuenta para nada.
Sencillamente, cualquiera de estas tres opciones tienen el efecto… de que tu opinión no cuenta a la hora de repartir los escaños. Como mucho, se podría entender que al realizar cualquiera de estas tres acciones se ponga más fácil conseguir un escaño a aquellos partidos elegidos por los que sí vayan a votar.
Por cierto, no existen casos documentados de que la abstención activa haya servido nunca de nada. Sí ha ocurrido lo contrario: un caso extremo ocurrió en Jamaica en 1983, donde el Labour Party consiguió el 100% de los escaños con los votos del 2,5% de la población.
Método D’Hondt
El método D’Hondt es lo menos intuitivo de todo el proceso y requiere algunos ejemplos para ver su efecto «estabilizador», el motivo de su uso, al concentrar el poder en un número menor de partidos que si el reparto de escaños fuera proporcional al de votos. A pesar de lo que muchos creen, solamente penaliza a los partidos muy pequeños. El ratio de escaños por votante se mantiene en un margen razonable para el grueso de los partidos (podéis verificarlo con la calculadora de abajo). Esto es, siempre y cuando exista circunscripción electoral única como en las elecciones Europeas. Su combinación con circunscripciones más pequeñas es lo que «mata» a los partidos pequeños en las Elecciones Generales españolas.
Reparto de escaños
Para no hacer números al azar, tomemos como datos base la encuesta realizada por el CIS en abril de 2014 (ver PDF). Nos quedamos con los datos de intención directa de voto, no de la estimación que CIS calcula y de la que hablaremos después. Según dichas intenciones, el pasado mes solamente un 50,3% de los españoles tenía claro a quién iba a votar. Del resto, un 23,80% dicen que no irán a votar y un 25,9% están indecisos…a un mes de las elecciones.
Como primera aproximación, veamos cómo quedaría el reparto en caso de ir a votar solamente esa mitad de los censados que lo tienen claro:
Pero, ¿qué harán los indecisos? Veamos primero la estimación de voto realizada por el CIS. Aunque muchos lo llamen despectivamente «cocinar datos», en teoría el CIS se basa en modelos estadísticos basados en correlación entre «simpatía» por partidos, recuerdo de voto de anteriores elecciones, etc. En este caso, predicen que las acciones del 50% del censo indeciso acabará votando así:
Fíjate en que los porcentajes de voto válido de los dos grandes partidos apenas se diferencia de la gráfica anterior, la que muchos llaman «sin cocinar». Me da que quienes tan duramente critican al CIS ni siquiera saben leer un porcentaje: si los valores de estimación de voto (segunda columna abajo) son mucho mayores que los de la intención directa de voto de los encuestados, no es porque el CIS se dedique a maquillar datos al servicio del poder… es que son porcentajes sobre el voto válido, descontando nulos, blancos y abstención. Os animo a hacer las cuentas y verificarlo vosotros mismos:
Aclarado este punto, volvemos al peso de los indecisos. Como ejercicio de política ficción, imaginemos que un partido de los más pequeños, p.ej. «Podemos», consigue convencer a «tan sólo» el 10% de los indecisos (sobre 1.700.000 votantes). Este pequeño partido de nueva creación pasaría de tener 1 escaño (según las previsiones) a seis, quitándole 2 a PP y 2 al PSOE e igualándose con partidos tradicionales como IU/Izquierda plural:
Es decir, las elecciones europeas son posiblemente el escenario más «justo» posible, ya que «todos los votos valen igual», y donde más posibilidades tienen los pequeños y nuevos partidos. Paradógicamente, son las elecciones que menos interés suscitan en los votantes.
La calculadora
Y finalmente, aquí os dejo el fichero .ODS compatible con LibreOffice o Excel para quien quiera jugar a las quinielas. Publicado bajo licencia BSD y disponible en GitHub por si alguien quiere contribuir mejoras mediante fork.
Artículo dedicado a JAFMA, por picarme con la idea… 😉