El mecanismo o computadora de Anticitera, es uno de los objetos más sorprendentes de la antigüedad: una calculadora de exquisita precisión capaz de predecir las posiciones del sol y la luna para cualquier día del año.
Lo increíble del dispositivo es que se hundió en un barco hace 2000 años, y no sabemos a ciencia cierta nada sobre sus creadores. La cartografía de precisión probablemente se estancó más de 16 siglos al perderse el conocimiento que permitía crear dispositivos mecánicos tan precisos.
Sobre la historia completa del aparato, no puedo más que recomendar el excepcional artículo que Yuri escribió sobre él.

Hasta ahora, se sabía que el aparato fue diseñado teniendo en cuenta las variaciones de velocidad aparente de la luna en su órbita, debidas realmente a que la órbita es elíptica, no circular. Para modelar dicho efecto se usó un engranaje sobre otro engranaje que modificaba la velocidad de la luna en la manera justa.
En un reciente congreso en Seattle, el historiador de la ciencia James Evans presentó nuevos hallazgos sobre el dial del zodíaco que se puede ver sobre el artefacto.
A pesar del mal estado en que se encuentra, ha comparado las divisiones del zodiaco con las del calendario egipcio (ambas están en la máquina), y ha podido determinar que el diagrama zodiacal no está dividido en 12 zonas iguales sino que el centro estaba desplazado, como se ve en la figura:
De esta manera, el investigador ha determinado que el desplazamiento de la aguja que representaba al sol a lo largo del dial, aún realizándose a velocidad constante, tendría el efecto de tardar más en atravesar unas zonas del zodíaco que otras. De esta manera se emularía de manera exacta la aparente trayectoria elíptica del sol alrededor de la Tierra.
Hasta ahora, se pensaba que este efecto de aceleración y desaceleración del sol a lo largo de su órbita, mucho más sutil que el de la luna, no había sido tenido en cuenta en este artefacto, al no haberse encontrado un engranaje equivalente al extra usado para el movimiento de la luna.
Pero finalmente, parece que quienes fueran que construyeron la máquina, tenían unos conocimientos astronómicos que realmente estaban a años luz de los que heredaría Europa durante 15 siglos.
Me gustaría terminar con una reflexión personal que siempre me provoca la computadora de Anticitera: el conomiento se puede perder. Pueblos que tenían conocimientos de geometría, astronomía, matemáticas y mecánica tan sofisticados como los constructores de este aparato, no dejaron otro rastro. Nada sabemos de ellos. Ninguna otra máquina parecida ha sido encontrada hasta ahora, aunque el sentido común nos dice que debería haber más, como mínimo, de similar complejidad.
Al menos una gran parte del conocimiento de estos hombres y mujeres se perdió. Y con ellos, se perdieron unos 15-17 siglos de progreso. ¿Da que pensar, verdad?
Fuentes: 1