Pero existe un segundo tipo de fenómeno que también se da al mirar al cielo, y aparentemente casi todo el mundo puede verlo si presta un poco de atención. Es el fenómeno llamado entóptico («dentro del ojo«) de campo azul y tiene un origen muy curioso.
¿En qué consiste?
Un día que haga buen tiempo, mira un rato hacia una zona amplia del cielo que esté despejado. Aparte de posibles miodesopsias, si observas con atención verás que empiezan a aparecer un tipo de distinto de puntos brillantes, estos móviles. Deben aparecer cerca del punto central en que enfoques la visión (unos ~15º como mucho), y parecerán moverse siguiendo caminos aleatorios pero que tras un tiempo se llegan a repetir.
¿Por qué ocurre?
Los puntos blancos que ves moverse son, sorprendentemente, un tipo de células de tu propia sangre, los leucocitos, de tan sólo 10 micras de diámetro.
Para entender cómo algo tan pequeño puede hacerse visible, hay que recordar que tenemos la retina mirando hacia la nuca, con los nervios y capilares pasando por delante del campo visual. Es como si una webcam tuviera el conector USB justo delante del objetivo. Raro, no óptimo, pero así es cómo empezó a formarse el ojo y la evolución ha tenido que tirar para alante con lo que había.
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Comparación de nuestros ojos de vertebrados (izquierda) con los de los pulpos (derecha). |
Los capilares que pasan delante de las células receptoras de luz de la retina son tan estrechos que los glóbulos rojos y blancos (leucocitos) deben pasar casi de uno en uno, en fila india.
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Glóbulo rojo (izquierda) y blanco (derecha). Enmedio se ve un trozo de plaqueta (créditos). |
Hay muchísimos más glóbulos rojos que blancos, así que te puedes imaginar el desfile constante de glóbulos rojos por tus capilares, solamente interrumpido de vez en cuando por un leucocito (~1 blanco por cada 45 ~1000 rojos).
Ahora, si el fondo es de color azul, como cuando miramos al cielo, los glóbulos rojos… bueno, ¡son rojos! Eso quiere decir que absorben casi toda la luz menos el color rojo, luego el color azul no lo dejan pasar.
Lo que deberíamos ver al mirar al cielo es una maraña de hilos negros, las sombras de nuestros capilares, ya que los glóbulos rojos no dejan pasar casi nada de luz azul.
Pero… existe una cosa que se llama adaptación de la retina. Estamos diseñados para ver el movimiento. Si algo está quieto, se convierte en invisible. Literalmente.
Si no lo crees, concentrate en el punto negro de la figura y al cabo de unos segundos la nube gris de alrededor desaparecerá del todo. Pruébalo:
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Comprueba tú mismo el fenómeno de adaptación retinal (fuente) |
La retina pues, se adapta para que no veamos las sombras de nuestros capilares. Y de pronto, aparece un glóbulo blanco. Éste sí que deja pasar la luz azul, deslumbrando a las células fotoreceptoras que van cayendo detrás de su camino.
Y esos son los puntos brillantes que parecen correr por el cielo.
Os dejo un vídeo que, aunque en inglés, explica todo esto de forma muy instructiva:
¿Es un motivo de preocupación?
Ver estos puntos no es síntoma de enfermedad, y es algo totalmente común. Aún así, no dudes en consultar a tu oftalmólogo en cuanto algo te preocupe.